Tiempo Ordinario
Dios sueña con preparar banquetes, secar lágrimas, proporcionar una vida significativa y abundante, y hacer nuevas todas las cosas. Ése es el sueño que Dios nos invita a compartir, ¡un sueño que ya se está haciendo realidad!
Oí una fuerte voz procedente del trono que decía: “¡Mira! La morada de Dios está aquí con la humanidad. Él morará con ellos, y ellos serán sus pueblos. Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará toda lágrima de sus ojos. La muerte ya no existirá. Ya no habrá luto, ni llanto, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado.” Entonces el que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira! Hago nuevas todas las cosas”. Dijo también: “Escribe esto, porque estas palabras son dignas de confianza y verdaderas”. Entonces me dijo: “Todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Apocalipsis 21:3-6a
Nuestra sociedad es bastante buena a la hora de identificar quiénes son los “alfas” entre nosotros y a nuestro alrededor. Famosos, “personas influyentes”, expertos… cada uno de ellos tiene una forma de moldear cómo pensamos de nosotros mismos en relación con los demás, a veces a pesar de nuestras propias preferencias o en contra de nuestro mejor juicio. A veces ni siquiera nos damos cuenta de que nos dejamos influir por las opiniones predominantes de estos “alfas”, ya que su influencia puede ser tan sutil como omnipresente. Jesús dice que Él es el Alfa y la Omega, el principio y el fin. No sólo es la fuente de todo lo que somos (y de todo lo que hemos sido creados para ser), sino que también es el destino deseado del viaje de nuestra vida. Él puede ser un prototipo y un modelo para nuestra vida llena de fe, así como la meta y el objetivo de esa vida. Guiados por su influencia, modelados por su forma de estar en el mundo, podemos confiar en que Dios habita con nosotros, haciendo realidad el sueño de “todas las cosas nuevas”.
Peter Hanson
Pregunta para ponderar:
¿Quiénes dirías que son las mayores influencias en tu vida?
Gracias, Jesús, por ser un punto de partida, un camino y un destino para mi fe.
Amén.
Como amado de Dios, estás invitado a compartir el sueño de Dios para el futuro, lleno de felicidad y esperanza, justicia y alegría. ¡El sueño de Dios ya se está haciendo realidad!