Journey to the Cross
Repite lo siguiente tres veces. Cuando hayas terminado, reflexiona sobre una cosa de la que puedas alegrarte hoy:
Inspira: «Este es el día que ha hecho el Señor».
Exhala: «Me alegraré y gozaré en ello».
Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
Y sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.
Juan 20:21-23
La frase «Entonces respiró sobre ellos…» se sintió diferente durante el apogeo de la pandemia, sobre todo cuando nos enteramos de que no eran simplemente los gérmenes que quedaban en las superficies, sino el propio aire que respirábamos el que podía ser portador del virus. Nuestro aliento estaba destinado a dar vida, y ahora era peligroso.
Dicho esto, el aliento de Jesús, el aliento del Espíritu Santo, es a la vez vivificante y peligroso. Vivificante porque nos da el poder de la paz y el don del perdón. Peligroso porque su aliento llama e invita a sus discípulos, y a nosotros, a una forma de ser totalmente nueva. Ya no estaban destinados a vivir con miedo a puerta cerrada. Ahora se les enviaba al mundo para vivir, enseñar, amar y perdonar como había hecho Jesús.
Los discípulos se llenaron de alegría cuando Jesús apareció en medio de ellos. Ahora estaban llenos del Espíritu y habían sido enviados a compartir esa alegría y la razón de la misma con el mundo. Como Dios envió a Jesús, así Jesús nos envía a nosotros. ¡Alabado sea el Señor!
Jennifer Christenson
Pregunta para reflexionar:
¿De qué manera el discipulado es vivificante y/o peligroso para ti?
Dios de la vida, gracias por llamarme a compartir con el mundo la alegría de conocer a Jesús. Que mis palabras y acciones lleven paz y esperanza a quienes más lo necesitan. Amén.
Este ES el día que ha hecho el Señor. Escucha cómo alaba la creación de Dios. Luego añade tu voz al canto, alabando todo lo que Dios ha hecho.