Tiempo Ordinario

pausa

Dios mío, escucha mis gritos de dolor, ¡atiende a mi oración! Desde el último rincón de la tierra clamo a ti, pues mi corazón desfallece. Ponme a salvo sobre una alta roca, Quiero vivir en tu casa para siempre, protegido debajo de tus alas.

Salmos 61: 1,2,4

¿Qué te preocupa hoy? ¿Qué hay hoy en tu corazón?
Descansa un momento, abre tu mente y corazón, confia en que Dios se preocupa y te guiará.

escucha

Al ver que Jesús les había contestado bien, uno de los maestros de la ley, que los había oído discutir, se acercó a él y le preguntó:

—¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Jesús le contestó:

—El primer mandamiento de todos es: “Oye, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” Pero hay un segundo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Ningún mandamiento es más importante que éstos.

Marcos 12:28-31

piensa

Ama a tu prójimo como a ti mismo.

Pero, ¿qué vecinos? ¿A los que conocemos y saludamos? ¿Y qué tal los que son groseros con nosotros? ¿Y los extraños?

Sí, a todos.

¿Cómo?

En Levítico, este llamado va acompañado de la recomendación de no odiar a los demás en nuestros corazones y de razonar con franqueza con nuestro prójimo, sin guardar rencor. En Mateo y Marcos, va acompañado de amar a Dios con todo el corazón, el alma y la mente. En Lucas, va seguido de la parábola del Buen Samaritano: un forastero que decide ayudar a alguien a quien los demás han preferido dejar de lado y abandonarlo en un profundo desamparo.

Así, en nuestra vida cotidiana, amar al prójimo puede llevarnos a:

Trabajar por la comprensión y la reconciliación,
Escuchar abiertamente y dialogar con franqueza cuando no estemos de acuerdo,
Utilizar plenamente nuestras mentes, cuerpos y almas para ayudar a los demás,
Ver y tender la mano a los que sufren,
Disfrutar de la risa, del compañerismo y de aprender de los otros y otras,
Elegir amar a los demás con la misma dedicación con la que Dios nos ama y nos esforzamos por amar a Dios.

Amar a nuestro prójimo significa que hacemos estas cosas por todos y todas, por igual.

Molly Logan

Pregunta para Reflexionar:
Cuando veo al niño o al compañero de trabajo que almuerza solo, cuando me fijo en la persona con la que me siento al lado en clase o en el autobús que me lleva al trabajo, ¿cómo puedo tratarla más como a un vecino en lugar de simplemente pasar hoy por su lado?

Ora

Amando a Dios, especialmente cuando los tiempos son difíciles, ayúdame a pensar de nuevo hoy en mi familia, en mis amigos, en mi comunidad y en el mundo, abrazándolos como prójimos a los que amar mejor. No tengo que saber cómo ayudar a alguien, ni siquiera cómo hacer que las cosas le vayan mejor. Sólo guíame para elegir acciones más amorosas en todo lo que haga hoy. Gracias por la alegría y el aprendizaje que pueden surgir de un encuentro con gracia con los demás. Amén.

Ve

Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos; guíame, encamíname en tu verdad, pues tú eres mi Dios y Salvador. ¡En ti confío a todas horas! Señor, acuérdate del amor y la ternura que siempre nos has manifestado!

Salmos 25:4-6

Que la compasión y el fiel amor de Dios guíen hoy todas nuestras acciones, independientemente de cómo nos sintamos.