escucha

«Entonces su hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus criados: ‘¡Rápido, sacad la mejor túnica y ponédsela! ¡Ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies! Trae el ternero cebado y sacrifícalo. Debemos celebrarlo con un banquete ¡porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ha sido encontrado! Y se pusieron a celebrarlo».

Lucas 15:21-24

piensa

El hijo hace algo importante aquí: es dueño de sus actos. Dice la verdad, sin excusas: la verdad de lo que ha hecho y del impacto que ha tenido.

Hay poder en nombrar lo que es así, en sacarlo a la luz, sin explicaciones ni defensas.

Pero lo que es aún más poderoso es el abundante amor de este padre. Su bienvenida, casi imposible de creer, a su hijo descarriado. Su insistencia en la celebración y la restauración.

Me imagino que el hijo se sintió muy incómodo e indigno. Habría sido mucho más verdadero y justo que se lo ganara: que se abriera camino poco a poco para recuperar la gracia de su padre.

Pero aquí el padre se salta todo eso, desafiando nuestro instinto de pagar penitencia y obtener sólo lo que merecemos. Sin embargo, como dijo una vez Tim Keller: «El Evangelio es esto: Somos más pecadores y defectuosos de lo que nunca nos atrevimos a creer, y más amados y aceptados en Cristo de lo que nunca nos atrevimos a esperar».

Cari Pattison

Pregunta para reflexionar:

Si no conocieras el final de esta historia, ¿qué supondrías que haría el padre?

Ora

Dios fiel, muéstrame la verdad de tu promesa de perdonar, aunque vaya en contra de mi lógica espiritual. En el nombre de Jesús, Amén.

Ve

Que entres en este día sabiéndote sostenida y llevada hacia adelante.

Que sientas cómo cobran vida las cosas más hermosas y verdaderas que hay en ti.

Y que todas las desconexiones que realmente importan, se vuelvan a unir y se hagan nuevas.