escucha

Pues no lo es. El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá delante de ti y mi gloria te seguirá.

Isaías 58:6-8

piensa

La sinceridad de nuestras acciones es fundamental para Dios. No basta con asistir a la iglesia, cantar con emoción o dar una ofrenda generosa si nuestro corazón no está realmente alineado con su voluntad. Dios no se impresiona con rituales vacíos o apariencias externas; lo que Él busca es un cambio genuino de vida. Nuestra fe debe reflejarse en nuestra forma de tratar a los demás, en la justicia que promovemos y en el amor que extendemos a quienes nos rodean.

El profeta Isaías nos recuerda que un verdadero cambio de corazón se traduce en acciones concretas: liberar a los oprimidos, alimentar al hambriento, dar refugio al necesitado y vestir al desnudo. Solo cuando vivimos con integridad y amor, nuestra luz brilla y nuestras heridas encuentran sanidad. No podemos decir que seguimos a Dios si nuestro comportamiento fuera de la iglesia refleja indiferencia o injusticia. La verdadera fe se demuestra con hechos.

Rev. Marissa Galván-Valle

Pregunta para reflexionar: ¿De qué manera puedes reflejar tu fe con acciones reales en tu día a día, en la escuela, en casa o con tus amigos?

Ora

Ayúdame, oh Dios, a vivir una fe auténtica, que no solo sea palabras, sino que se convierta en acciones de amor liberando, compartiendo y sanando. En el nombre de Jesús, amén.

Ve

Cierra los ojos y respira profundo. El perdón de Dios nos llena de paz. Cuando salgas, comparte esa paz con otras personas.