Journey to the Cross
Toma un momento para cerrar los ojos y pensar en algo diferente… un lugar, un sentimiento, una canción particular que te recuerde el amor de Dios.
No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.
Mateo 6:19-21
La palabra griega que Jesús usa para hablar de riquezas en este pasaje es thēsaurós. Puede referirse a tesoros materiales, como el oro, la plata, las joyas y las posesiones terrenales, pero también puede hablar de tesoros espirituales, como la fe, la justicia y nuestra relación con Dios.Lo interesante es que esta palabra suena muy similar a tesauro, que es un diccionario de sinónimos y antónimos. Algo curioso es que una palabra que antes significaba «tesoro» ahora se usa para referirse a un conocimiento acumulado de palabras.
Normalmente, no pensamos en las palabras como riquezas. Sin embargo, cuando leemos la advertencia de Jesús en este pasaje, esto nos invita a reflexionar sobre cuáles son los verdaderos tesoros del cielo. Y, sin duda, la Palabra de Dios es una de esas riquezas. Nos mantiene conectados con Dios tanto en la tierra como en el cielo. Sus enseñanzas, reveladas de manera mejor en Jesucristo, son un tesoro invaluable que enriquece nuestro corazón y demuestra al mundo dónde está nuestra lealtad y entrega.
Rev. Marissa Galván-Valle
Pregunta para reflexionar: ¿Cómo puedes empezar a valorar más las riquezas espirituales en tu vida diaria?
Dios, en un mundo que nos dice que acumulemos cosas, ayúdame a recordar que el mayor tesoro es tu palabra. Que mi seguridad esté en ti y no en lo que poseo. Te confío mi vida y mis deseos. Amén.
Cierra los ojos y respira profundo. El perdón de Dios nos llena de paz. Cuando salgas, comparte esa paz con otras personas.