escucha

El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!»

Salmo 91:1-2

piensa

Confesar en la tradición cristiana tiene dos significados principales. Por un lado, significa reconocer nuestros pecados, aquellas cosas que nos alejan de Dios y de otras personas. Por otro, significa dar testimonio de nuestra fe y declarar en qué o en quién confiamos. Cuando confesamos nuestras faltas, lo hacemos con la certeza de que Dios nos perdona y nos restaura. Y cuando confesamos nuestra fe, proclamamos al mundo lo que Dios ha hecho en nuestras vidas por medio de su amor incondicional y su misericordia.

En los primeros dos versículos del Salmo 91, el salmista nos deja su propia confesión sobre quién es Dios para él: su protección, su esperanza y su refugio seguro. Al expresar su confianza en Dios, nos anima a hacer lo mismo. Nos recuerda que Dios está siempre presente en nuestras vidas, en los momentos de alegría y en los de dificultad, incluso cuando sentimos que hemos fallado. Como una sombra que nunca nos abandona, Dios nos acompaña y nos ofrece alivio, ayuda y consuelo en todo momento.

Rev. Marissa Galván-Valle

Pregunta para reflexionar: Si tuvieras que hacer tu propia confesión de fe hoy, ¿cómo describirías quién es Dios para ti y cómo ha transformado tu vida?

Ora

Todopoderoso Dios, hoy me acerco a Ti con un corazón dispuesto a confiar en tu protección. Tú eres mi refugio y mi fortaleza, el Dios en quien puedo descansar sin temor. En un mundo lleno de incertidumbre, quiero aprender a habitar bajo tu sombra, segura de que en Ti siempre encontraré paz. Ayúdame a recordar que, sin importar lo que enfrente, Tú eres mi esperanza. Amén.

Ve

Cierra los ojos y respira profundo. El perdón de Dios nos llena de paz. Cuando salgas, comparte esa paz con otras personas.