Back to School
Ahora abre los oídos de tu corazón para escuchar la voz de Dios.
Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace.
Santiago 1:22-25
En la escritura de hoy, el apóstol Santiago toca un tema que precisamente el Dr. Miguel Ruiz en su libro “Los Cuatro Acuerdos” hace mención y lo explica de una manera fascinante. Ese primer acuerdo se refiere a ser impecables con nuestras palabras, recordándonos, tal y como Santiago lo hace también, que las palabras tienen poder. Por medio de la palabra podemos animar, podemos proclamar bendiciones, es decir tenemos el poder para transformar situaciones complicadas que nos llevan a mejorar nuestras relaciones con quienes nos rodean. Pero las palabras no vienen solas, sino que vienen acompañadas de las acciones, y a eso se le llama congruencia. O sea que si ponemos en práctica lo que decimos potenciamos el valor de nuestras palabras. Así que nosotros tenemos el poder de decidir qué hablar y qué callar, a fin de ser agentes de cambios para otras personas.
Mariely Gutierrez
Pregunta de reflexión: Antes de hablar, o dar una opinión, haz una pausa, piensa y pregúntate “¿Esto que voy a decir se alinea con lo que hago? bendice, ¿tanto a mí como a mi entorno?”
Dios, toca mis labios y mi corazón y ayúdame a ser impecable con mis palabras. Amén.
Ve en paz reconociendo que el amor de Dios es suficiente.
Ve confiando que Cristo es tu fiel amigo.
Ve brillando con la luz del Espíritu Santo.