Journey to the Cross
Podemos conectar con Dios a través de nuestra respiración.
Inspira lentamente por la nariz y espira por la boca. Hazlo varias veces.
Dios está contigo.
Al día siguiente, cuando Jesús, Pedro, Juan y Santiago habían bajado de la montaña, una gran multitud salió al encuentro de Jesús. Un hombre de la multitud gritó: «Maestro, te ruego que mires a mi hijo, mi único hijo. Mira, un espíritu se apodera de él y, sin previo aviso, grita. Le sacude y le hace echar espuma por la boca. Le tortura y rara vez le deja en paz. Les rogué a tus discípulos que lo tiraran, pero no pudieron».
Lucas 9:37-40
Éste es un pasaje del texto bastante aterrador. Jesús acaba de tener una asombrosa experiencia en la «cima de la montaña» (la llamamos Transfiguración). Pero antes de subir a la montaña, dio al resto de los discípulos el poder de curar y expulsar demonios. Mientras Jesús estaba fuera, el hombre del pasaje rogó a los discípulos que hicieran precisamente eso por su hijo, pero no pudieron ayudarle. ¿Por qué? ¿Les faltó fe? ¿Qué le ocurrirá al muchacho?
Parece que Jesús no puede confiar en que los discípulos cumplan lo que les ha pedido. Esto debió de ser decepcionante tanto para Jesús como para los discípulos. Habían visto a Jesús hacer milagros y les había dado poder. No podían explicarse qué estaba fallando en sus esfuerzos por curar al muchacho. Sólo sabían que habían fracasado, y Jesús parecía decepcionado. Es un momento difícil tanto para los discípulos como para Jesús.
Alex Flannagan
Pregunta para ponderar:
¿Te han defraudado alguna vez cuando confiaste en alguien para que hiciera algo por ti?
Querido Dios, a veces me pides que haga cosas que no entiendo, o que parecen imposibles. Te ruego que estés conmigo y me des confianza en mis capacidades, que haga cosas mucho más grandes de lo que puedo imaginar en mi vida. En tu santo nombre. Amén.
La confianza puede tardar mucho tiempo en construirse. ¿Dónde quieres depositar hoy tu confianza?