Tiempo Ordinario
¿Alguna vez te has sentido sin palabras suficientes para hablar con Dios? ¡Si es así, te invito a prestar atención más allá de tu propia voz! Notarás que todo a nuestro alrededor habla de la vida que Dios nos regala.
El cielo proclama la gloria de Dios; de su creación nos habla la bóveda celeste. Los días se lo cuentan entre sí; las noches hacen correr la voz. Aunque no se escuchan palabras ni se oye voz alguna, su mensaje llega a toda la tierra, hasta el último rincón del mundo.
Salmos 19:1-4a
Puede ser que pienses que el arte de cantar es exclusivo de quienes tienen un don para la música. De hecho, muy posiblemente no te sientas en ánimo de entonar un cántico en público porque crees que existan personas más calificadas para hacerlo. Lo interesante es que la biblia ofrece ejemplos en los que el hábito de alabar a Dios parece ser una encomienda para todo el pueblo de Dios. ¡De hecho, dice más! No somos los únicos adoradores pues la creación misma proclama en gran manera quien Dios es. El salmo 19 afirma que la creación no necesita de palabras para ser un vehículo en la transmisión de la grandeza de Dios. ¡Si ese mensaje se comunica eficazmente sin el uso de palabras, cuánto más deberíamos alabar con todo el corazón por las diversas maneras de hacerlo! No es necesario un inventario de palabras elaboradas; más bien, una actitud de continuo asombro frente a lo que Dios es y hace en nuestra vida.
Rev. Edgardo Fuentes Colón
Pregunta de reflexión: En los momentos de aparente silencio, ¿estoy consciente de todos los medios que Dios puede usar a su favor para hablar a mi vida?
Dios, permíteme prestar atención plena a los destellos de tu voz en toda la creación. Ayúdame a reconocer que la adoración a ti me hace crecer, ser feliz y sobre todo, formar parte de un gran coro de voces que proclama tu reinado a lo largo de toda la Tierra. Renueva en mi el deseo de encontrarte y disfrutar a plenitud de lo que tu ofreces. Amén.
Que Dios comunique de maneras diversas y creativas todo aquello que produce vida en nuestro espíritu. Pido con el corazón que esa fuerza nos haga oidores atentos, hacedores proactivos y comunicadores de la vida plena que encontramos en Dios.