Tiempo Ordinario
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” (Spider Man)
¡Aleluya!
¡Alaben al Señor desde el cielo!
¡Alaben al Señor desde lo alto!
¡Alábenlo ustedes, todos sus ángeles!
¡Alábenlo ustedes, ejércitos del cielo!
¡Alábenlo, sol y luna!
¡Alábenlo ustedes, brillantes luceros!
¡Alábalo tú, altísimo cielo,
y tú, agua que estás encima del cielo!
Alaben el nombre del Señor,
pues él dio una orden y todo fue creado;
Salmo 148:1-5
Recuerdo el último torneo de baloncesto que hubo en la escuela donde trabajo. El equipo de los graduados estaba por comenzar a jugar la última partida de la noche y todos estaban a la expectativa. Tan pronto el capitán del equipo comenzó el juego lanzando un canasto de tres puntos, toda la cancha quería caerse a gritos, destellos y palmadas que resonaban por el auditorio.
La invitación de alabar a un Dios creador debe producir en nosotros una emoción parecida a la de ver a nuestro deportista favorito anotar un punto. Es más, la invitación a alabarlo nace de la identidad de quién Dios es. Al recordar su amor, su poder, su grandeza y todo lo que ha hecho nos ayuda a alabarle con entrega. Alabar a Dios se puede hacer de distintas formas: un cántico de alabanza, una acción de servicio desinteresado; ¡hasta dedicar cinco minutos de silencio recordando sus bondades!
Juan Diego Rojas Miranda
Pregunta para reflexión: ¿Qué Dios ha hecho, o quién es Dios para ti, para que hoy puedas alabarle con libertad?
Dios bueno, gracias por ser quién eres. Eres tan grande que no puedo imaginarlo. Te alabo porque me creaste a tu imagen, y en libertad puedo cultivar una relación contigo. Amén.
“He decidido seguir a Cristo, mis ojos puestos en la cruz atrás no vuelvo”
Joshua Holiday, Adiós al Ayer, Elevation Worship, Algo Nuevo Viene, 2024.