Tiempo Ordinario
Dios sueña con preparar banquetes, secar lágrimas, proporcionar una vida significativa y abundante, y hacer nuevas todas las cosas. Ése es el sueño que Dios nos invita a compartir, ¡un sueño que ya se está haciendo realidad!
Cuando María llegó donde estaba Jesús y lo vio, cayó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.”
Cuando Jesús la vio llorando y a los judíos que habían venido con ella llorando también, se sintió profundamente turbado y preocupado. Preguntó: “¿Dónde le habéis puesto?”.
Ellos respondieron: “Señor, ven y lo verás”.
Jesús se echó a llorar. Los judíos dijeron: “¡Mirad cuánto le amaba!”.
Juan 11:32-36
La mayoría de los concursos de preguntas y respuestas sobre la Biblia incluyen alguna variación de la pregunta: “¿Cuál es el versículo más corto de toda la Biblia?”. Y la respuesta (¡que resulta que se basa en traducciones antiguas de la Biblia!) es Juan 11:35: “Jesús lloró”. Profundamente entretejida en esta sencilla frase, ya sean dos palabras o cuatro, está la verdad radical de que, además de ser cien por cien Dios, Jesús es cien por cien humano. Sí, en Jesús conocemos a un Dios que se ha convertido en “uno de los nuestros”, con emociones verdaderas y sentimientos sinceros. Jesús siente cosas, igual que nosotros, y sus sentimientos tienen reacciones físicas. Podemos imaginarlo fácilmente sonriendo cuando está contento, llorando cuando está triste o enfadándose cuando está enfadado. Aquí le vemos llorar tanto por su propio dolor ante la muerte de su amigo como por empatía hacia sus otros amigos que han perdido a su hermano. Puede ser reconfortante saber que Jesús siente como nosotros, y aún más tranquilizador saber que Jesús siente con nosotros, que Jesús siente por nosotros.
Peter Hanson
Pregunta para ponderar:
¿Qué te resulta más fácil imaginar? ¿A Jesús riendo o a Jesús llorando? ¿Por qué?
Jesús, sé que compartes mis altibajos, mis alegrías y mi dolor.
Hoy me siento…
Gracias por mostrarme cómo ser real con mis emociones.
Amén.
Como amado de Dios, estás invitado a compartir el sueño de Dios para el futuro, lleno de felicidad y esperanza, justicia y alegría. ¡El sueño de Dios ya se está haciendo realidad!