escucha

El pueblo que confía en el Señor son como el Monte Sión: que nunca se tambalea, que dura para siempre.

Salmos 125:1

piensa

La metáfora del salmista de la fe que nunca se tambalea me parece inalcanzable.
¿Y si tengo dudas en mi discernimiento sincero?
¿O a veces lucho por mantener la fe?
No he estado en el Monte Sión, pero puedo imaginar su imponente maravilla en ese espacio sagrado.
Estoy más familiarizada con las maravillas de granito de Yosemite, en las montañas de Sierra Nevada, y me sobrecoge su presencia a través de los eones.
Mientras hago senderismo cada vez que los visito, recuerdo lo dinámicos que son estos espacios, en constante movimiento.
Árboles que crecen, mariposas que revolotean, abejas que polinizan, osos que rugen.
¡Los humanos estamos rodeados de esta maravilla ocupada!
Sí, estas montañas nunca se agitan, pero también nos acogen activamente a todos.
¿Y si el objetivo no fuera una fe estática, inquebrantable y montañosa, sino la bondad que podemos albergar mediante nuestra fe dinámica en acción y la confianza en que Dios nos rodea?
En los altibajos de nuestra vida cotidiana, vivamos nuestra fe auténticamente acogiendo y rodeando a los demás con nuestra confianza en la justicia, la misericordia, el amor, la gracia, la paz y la esperanza de Dios.

Molly Logan

Pregunta para reflexionar: ¿Cómo podrían tu alegría, asombro, preguntas y desafíos ayudarte hoy a acoger a otros en la confianza de la gracia de Dios?

Ora

Dios amoroso, me rodeas desde ahora y para siempre.
En mis dudas, tú estás ahí.
En mi lucha, estás ahí.
Tú estás aquí.
Ayúdame a confiar hoy en tu amor inquebrantable y a acoger a los demás en él, mientras vivo honestamente mi fe. Amén.

Ve

¡Que la compasión y el amor fiel de Dios guíen hoy todas nuestras acciones!