Tiempo Ordinario
Seguro que conoces la canción » Jesús me ama«. Empieza así: «Jesús me ama, esto lo sé porque la Biblia me lo dice». Pero, ¿cómo se hace tangible en nuestras vidas ese amor, la presencia solícita de Dios?
«Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna. Nunca morirán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me los ha dado, es más grande que todos, y nadie es capaz de arrebatárselos de la mano a mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Juan 10:27-30
Cuando era niño, mis padres me llevaban al «Camp Meeting» cada agosto. Las Reuniones de Campamento son un artefacto histórico (aunque vibrante) del cristianismo americano primitivo. Incluso hoy en día, la gente se reúne en tabernáculos al aire libre durante dos semanas de acampada, culto y confraternización. La reunión a la que yo asistí tenía el aire de un avivamiento en una tienda de campaña.
Cada noche, al final del culto, el pastor invitaba a la gente a acercarse al altar y entregar su vida a Cristo. A menudo el pastor nos desafiaba a considerar nuestro destino eterno. Aunque creía firmemente en Jesús, estos mensajes me infundían miedo. Me preguntaba: «¿Y si en realidad no me he salvado? O: «¿Y si algún error que cometiera hoy anulara mi relación con Jesús?».
Pero el amor de Dios no funciona así. No es caprichoso. No se basa en acciones, pensamientos o palabras perfectas. En otras palabras, nada puede arrebatarnos de las manos amorosas de Dios. Eres el hijo amado de Dios, y Dios se deleita en ti. Permite que esta verdad impregne tu ser y te dé paz.
Wade Griffith
Pregunta para reflexionar:
¿Cuándo te has sentido amado por Dios?
Dios, despiértame a tu presencia solícita en mi vida. Ayúdame a ver y a creer en tu amor. En el nombre de Jesús, Amén.
Abre los ojos a la presencia solícita de Dios y a todas las formas en que el amor de Dios está activo en nuestras vidas. Recíbelo y permite que Dios te utilice para manifestar ese amor en la vida de los demás.