Following the Star
Al Dios que cumple las promesas:
Escúchanos.
Ayúdanos.
Restáuranos.
Pastor de Israel, ¡escucha! Tú, que guías a José como si fuera una oveja. Tú, que estás entronizado sobre las criaturas celestiales aladas. Muéstrate ¡ante Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Despierta tu poder! ¡Ven a salvarnos! ¡Restáuranos, Dios! ¡Haz brillar tu rostro para que podamos salvarnos!
Salmo 80:1-3
Hoy es el cuarto domingo de Adviento, cuando muchas iglesias encienden la vela del amor durante el culto. El Adviento nos da tiempo y espacio para reflexionar sobre la plenitud del amor de Dios por nosotros. En este pasaje, el salmista clama al «Pastor de Israel» para que nos salve. Cuando pienso en un pastor en los salmos, primero pienso en el Salmo 23 y en el pastor reconfortante que camina conmigo a través de los altibajos de la vida. Ese pastor conduce y guía, pero con un toque suave. El pastor del Salmo 80 no tiene esta misma imagen accesible. Este pastor es majestuoso y puede dominar una habitación. Este pastor es nuestro soberano y rey. La súplica del salmista no es una oración desesperada, del tipo «nada más ha funcionado, así que ¿por qué no le pedimos a Dios que intervenga? Es la petición desesperada de alguien que recuerda el poder y la majestad de Dios y confía plenamente en la capacidad de Dios para traer la salvación.
Jennifer Hawks
Pregunta para reflexionar:
¿Cuándo has reconocido una necesidad de Dios y cómo se manifestó Dios en esa circunstancia?
Pastor de Israel, ayúdame a recordar los momentos de mi pasado en los que me has rescatado. Dame la confianza necesaria para tenderte la mano y pedirte ayuda. Amén.
Dios ve tu valía aunque el mundo no pueda. Cada día, Dios te elige. Que la fuerza y la misericordia de Dios brillen hoy a través de ti para que puedas compartir el amor de Dios con los que te rodean.