Journey to the Cross
Repite lo siguiente tres veces. Cuando hayas terminado, reflexiona sobre una cosa de la que puedas alegrarte hoy:
Inspira: «Este es el día que ha hecho el Señor».
Exhala: «Me alegraré y gozaré en ello».
Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después los otros discípulos le dijeron: Hemos visto al Señor.
Pero Tomás les contestó: Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer.
Juan 20:24-25
Aunque Juan se refiere a Tomás como «el llamado Dídimo», se le ha etiquetado para siempre como «Tomás el Dudoso».
No se nos dice dónde estaba Tomás el día en que Jesús se apareció a los discípulos. Me gusta pensar en él por las calles, con el corazón en un puño, buscando a Jesús aquí, allá y acullá. Tomás el Esperanzado, pues, en vez de Tomás el Dudoso.
Independientemente de la razón por la que se perdió la sorprendente visita de Jesús, ¡claro que se enfadó por ello! Lo único que pidió fue lo que obtuvieron todos los demás del grupo: la oportunidad de ver a Jesús resucitado.
Es duro estar al margen, como Tomás. Me pregunto qué dijeron los otros discípulos para intentar convencer a Tomás durante aquellos largos días entre las apariciones de Jesús. Quizá fuera una buena práctica para ellos. Al fin y al cabo, proclamar a Cristo resucitado a personas que no le habían visto era precisamente lo que Jesús les había enviado a hacer.
Jennifer Christenson
Pregunta para reflexionar:
¿Cómo puedes dar vida a tu historia de fe para aquellos que no han tenido las mismas experiencias de fe que tú?
Dios, te doy gracias por las formas en que te has manifestado en mi vida. Dame las palabras y la creatividad para contar las historias de tu fidelidad a los demás. Ayúdame a llevar a los que están fuera a un lugar de esperanza y creencia. Amén.
Este es el día que ha hecho el Señor. Escucha cómo alaba la creación de Dios. Luego añade tu voz al canto, alabando todo lo que Dios ha hecho.