Tiempo Ordinario
Vivir en relación con Dios es abrir el corazón cada día a su sabiduría, su amor y su Espíritu, dejando que transforme mi caminar.
Señor, soberano nuestro, ¡tu nombre domina en toda la tierra!, ¡tu gloria se extiende más allá del cielo! Cuando veo el cielo que tú mismo hiciste, y la luna y las estrellas que pusiste en él, pienso: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano? ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él?
Salmos 8:1, 3-4
De pequeña siempre me fascinaba la inmensidad del mar y como en el horizonte parecía que este se unía al cielo. Así mismo es la inmensidad, grandeza y soberanía de Dios. La gloria de Dios no se puede medir y va más allá de lo que podemos ver o medir, es algo que nuestra mente finita no puede entender. Por eso nos asombramos y nos preguntamos: ¿cómo es posible que un Dios tan grande, creador del universo, se haya interesado en mí? ¿Cómo es que el mismo Dios que creó la inmensidad del mar, de los cielos y de las montañas ha puesto un pedazo de su ADN en mí al crearme a su imagen y semejanza? Sin duda alguna tenemos un espacio especial en el corazón de Dios. Pero ese amor no se revela solo a través de la creación ni únicamente en la creación del ser humano, sino que es un amor activo y personal que busca una relación cercana con nosotros.
Coralys Santos Saldaña
Pregunta para reflexionar: ¿De qué manera experimento el amor activo y personal de Dios a diario?
Dios, ayúdame a sentir tu amor y cercanía cada vez que contemplo tu creación y cada vez que recuerdo que llevo dentro de mi tu huella. Amén.
Decide vivir en comunión con Dios, escucha su voz, confía en su guía y responde con fe, dignidad y esperanza en cada área de tu vida.