escucha

Era antes de la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin.

El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Juan 13:1-5

piensa

Tengo la suerte de estar sentado en un asiento donde puedo ver todo lo que está ocurriendo. Es Jueves Santo y la oportunidad de lavar los pies acaba de empezar. Es una simple invitación después de leer el pasaje en el que Jesús lava los pies de los discípulos; «Aquí hay una persona que está encantada de lavarles los pies. Si quieres lavar los pies a alguien o que te laven los tuyos, sabes que estás invitado a hacerlo».

Siempre me parece un momento fuerte ver a parejas o amistades acercarse y lavarse los pies mutuamente. Pero personalmente, lo que más me llama la atención es cuando la niñez, de un amplio abanico de edades, traen a sus padres y madres para que les laven los pies. Hay algo tan poderoso en ver a los padres y madres, que suelen ser quienes les cuidan, ser cuidados por ellos.

Creo que eso era lo que Jesús estaba modelando para sus discípulos y para todos nosotros y nosotras. Todos estamos llamados a servirnos y a cuidarnos mutuamente.

Brian Prior

Pregunta para ponderar:

¿A quién conoces que puedes servir hoy?

Ora

Gracias, Dios, por quienes me han cuidado desinteresadamente. Y gracias por la oportunidad de servir a las demás personas.

Amén.

Ve

Respira todo lo que hay detrás de ti, todo lo que hay delante de ti…

Comienza a seguir a Jesús en el camino hacia la cruz.