Journey to the Cross

pausa

Repite lo siguiente tres veces. Cuando hayas terminado, reflexiona sobre una cosa de la que puedas alegrarte hoy:

Inspira: «Este es el día que ha hecho el Señor».

Exhala: «Me alegraré y gozaré en ello».

escucha

¡Aleluya!

¡Alaben a Dios en su santuario! ¡Alábenlo en su majestuosa bóveda celeste! ¡Alábenlo por sus hechos poderosos! ¡Alábenlo por su grandeza infinita! ¡Alábenlo con toques de trompeta! ¡Alábenlo con arpa y salterio! ¡Alábenlo danzando al son de panderos! ¡Alábenlo con flautas e instrumentos de cuerda! ¡Alábenlo con platillos sonoros! ¡Alábenlo con platillos vibrantes! ¡Que todo lo que respira alabe al Señor!

¡Aleluya!

Salmo 150:1-6

piensa

¡Da todo lo que tienes! Eso es lo que parece decir el escritor de salmos en la lectura de hoy. Puedes imaginarte a este antiguo escritor, lleno de alegría por la «increíble grandeza» del Señor, tratando de escribir todos los instrumentos y métodos posibles que conocía para hacer un ruido alegre. ¡Un laúd! ¡Una lira! ¡Un tambor! Oh, ¡añadamos bailarinas, cuerdas y flautas! Y, ¡válgame Dios, címbalos, címbalos sonoros, ruidosos, estridentes, chocantes!

¡Qué glorioso alboroto debió de ser! El pueblo fiel de Dios entregándose por completo a la alabanza, haciendo ruido, moviendo el cuerpo, dando gracias al Señor, su Dios, por todo el bien que había hecho. Mientras leemos estas palabras, que nosotros hagamos lo mismo: que demos todo lo que tenemos, ya sea nuestra voz, nuestra exquisita forma de tocar la guitarra, nuestros sobrecogedores pasos de baile o nuestra habilidad para (más o menos) aplaudir al compás. Sea lo que sea, pon todo tu ser, toda tu alegría, en el momento. Alaba al Señor, ¡no te contengas!

Jennifer Christenson

Pregunta para reflexionar: ¿Qué ruido alegre puedes aportar hoy al mundo?

Ora

Dios, haz que mi alabanza por ti hoy sea ruidosa y exuberante. Ayúdame a inspirar a otros para que utilicen también sus dones para alabarte.

Amén.

Ve

Este es el día que ha hecho el Señor. Escucha cómo alaba la creación de Dios. Luego añade tu voz al canto, alabando todo lo que Dios ha hecho.