escucha

Al fin se puso a pensar: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre! Regresaré a casa de mi padre, y le diré: Padre mío, he pecado contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme tu hijo; trátame como a uno de tus trabajadores.” Así que se puso en camino y regresó a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de él. Corrió a su encuentro, y lo recibió con abrazos y besos.

Lucas 15:17-20

piensa

«Cuando volvió en sí…» Algunas traducciones dicen: «Cuando volvió en sí…». ¿Has tenido alguna vez esta experiencia de primera mano? En la que tienes ese momento de comprensión: «¿Cómo he llegado a esto? ¿Cómo he llegado hasta aquí?»

A veces, sólo después de probar todas las supuestas «diversiones» que pensábamos que nos estábamos perdiendo, y de agotarnos, nos miramos en el espejo y vemos a alguien a quien apenas reconocemos.

Me acuerdo de algo que dijo una vez un pastor en un sermón: «No somos castigados tanto por nuestros pecados, como por nuestros pecados». En otras palabras, el pecado puede ser su propio castigo, sobre todo cuando desaparece el barniz de diversión.

Ser egoísta, derrochador e irresponsable puede empezar a pasarnos factura y dejarnos como una cáscara de nosotros mismos. Es entonces cuando podemos hacer una pausa en medio del agotamiento y oír la voz de Dios susurrar suavemente: «No tienes por qué vivir así».

Y volvemos a nosotros mismos.

Cari Pattison

Pregunta para reflexionar:

¿Qué es lo que más te sorprende del padre de esta historia?

Ora

Amantísimo Dios, yo creo. Ayuda mi incredulidad. En el nombre de Jesús, Amén.

Ve

Que entres en este día sabiéndote sostenido y llevada hacia adelante.

Que sientas cómo cobran vida las cosas más hermosas y verdaderas que hay en ti.

Y que todas las desconexiones que realmente importan, se vuelvan a unir y se hagan nuevas.